Ésta es una de esas historias que, asumido el calificativo de curiosa, despierta o provoca algún atisbo de sensación en tu cuerpo de manera inmediata. Una de esas historias que termina por quitarte las ganas de viajar en avión, una más a sumar en la lista de sucesos que sólo pueden ocurrir a muchos metros de altura.
Hace unas semanas, en pleno vuelo de una aeronave de la compañía British Airways (BA) que enlazaba los aeropuertos de Nueva Delhi y Heathrow (Londres), una mujer que formaba parte del pasaje fallece. Se trataba de una señora anciana. Algunos de los pasajeros, al ver que la mujer que viajaba a su lado (su hija) lloraba, no advirtieron mayor gravedad y pensaron que la mayor sufría de algún malestar pasajero. Cuando las azafatas comprueban el hecho, nada puede hacerse. Todo esto sucede en clase turista. ¿Qué hacer? ¿Ocultar el hecho al resto del pasaje? ¿Mover el fiambre a un sitio más adecuado? La tripulación, comprobando que en esa zona del avión todos los asientos están ocupados, opta por dar traslado al cuerpo hacia una zona con más espacio.
Paul Trinder, de 54 años, viaja en el mismo avión, plácidamente dormido en su asiento de primera clase. Un sitio de verdadero lujo, por el que ha pagado casi 8.000 dólares para viajar cómodo y sin inconvenientes. Pero algo perturba el sueño placentero del señor Trinder. Al despertar, ve que miembros de la tripulación manipula algo en el asiento de al lado. Algo que parece, según Trinder, una "bolsa de papas".
Somnoliento aún, no entiende por qué alguna mujer que recién trasladada de clase turista se sienta unos asientos más allá, y manifiesta un gran dolor, sintiéndose morir. Pero después, Trinder comprende.
En un momento de turbulencias, la compañera de viaje del señor Trinder cae del asiento, y con la ayuda rauda de las azafatas vuelve a ser incorporada, se ajusta su cinturón y se le colocan varios almohadones. Muchos almohadones. Porque un cuerpo sin alma no se gobierna cuando hay turbulencias, y hay que encajarlo en su asiento.
En adelante, varias horas de lastimoso quejido de la hija de la fallecida a pocos centímetros del señor Trinder.
BA se disculpó por los incidentes ocasionados, según publicaciones de algún diario británico. The Mirror ofreció que la compañía alegó inmediatamente: "Pedimos disculpas, pero nuestra tripulación estaba trabajando en circunstancias difíciles y y eligió la opción que creyó generaría menos molestias". Según el periódico The Guardian, unas 10 personas fallecen cada año en los vuelos de BA, y en todos los casos se suele poner a los difuntos en la primera clase, donde hay más espacio.
El señor Trinder: '''No entendía lo que pasaba. Los auxiliares de vuelo sólo pusieron el cuerpo sin decir nada. Recuerdo que miré a esa mujer de apariencia frágil y pensé que estaba muy enferma".
Señor Trinder, no debió despertar e interrumpir su dulce descanso.